Inspirada en una locura real.
Un día Juan
se cansó, agarró su chaqueta polar favorita, su mochila que alguna vez usó para
el colegio, la ropa necesaria para pasar unas vacaciones de 3 días, algo de
comida y las ganas necesarias para conquistar a mundo. Ya estaba cansado de lo
que veía todos los días, los mismos problemas, las mismas situaciones, la misma
forma rutinaria de ver la vida, una y otra vez, todos los días, iguales,
desechados a la basura como tiempo inservible, que solo era desperdiciado por alguien
sin metas… Pero… el tenía metas?. Pues claro que si, el tenia un sueño, el,
aunque la gente lo tratara de loco o de un pibe con algún tipo de discapacidad
mental, tenia los huevos de un dinosaurio, que no se conformaría con un simple
alimento, sino que iba por los peces más gordos del mundo. El se convertiría <o nó> en el rey
de los piratas.
Así empezó la iniciativa de este pibe, que
recién acababa de cumplir 18 años y que fue motivado por la simplicidad y la
complejidad de un chiste burlón.
-Ei, tonto
¿Vos vas a ser pirata? ¡No sabes ni siquiera donde queda el norte o el sur! ¿De
dónde vas a sacar un barco? ¿Del culo te lo vas a sacar?
Eso había
sucedido el día anterior, y esa misma noche, Juan no pudo dormir. Estuvo
pensando en esas palabras, hirientes, y ciertas, porque, al fin y al cabo, el
tiempo estaba pasando, cada segundo del reloj análogo colgado en su pared ,
representado por una fina línea de las 60 que estaban en el interior del
circulo gigante lo mataba lentamente, instante a instante. Cuando quisiera
acordar, tendría 29 años y seguiría diciendo las mismas palabras de siempre
“Voy a ser el rey de los piratas” y la gente, seguiría diciéndole que es un
idiota o se reirían en su cara, y el, sería más viejo y no podría sentir las cosas
de la misma manera que como lo haría con esta edad.
Como por un
flash, sintió la furia de mil dioses destruyendo la tierra, sintió que todo lo
que quería no se cumpliría si no hacia algo rápidamente... Como por una fuerza de
los dioses, que destruyen, pero que también crean cuando se sienten vacíos, Juan Cruz
recibió un rayo de poder en su cuerpo. Era el momento, si no se movía en este
instante, en el que tenía todas las ganas y las energías que nos brindan los
temas de rock más excitantes, sino se levantaba de su cama con el envión eléctrico
y despierto que podía elevarlo como un resorte y permitirle dar patadas y
golpes sin sentido, si él no hacia un movimiento, posiblemente pasaría mucho
tiempo hasta que ocurra nuevamente. Y así, seria nuevamente un idiota que habla
sin hacer, que desperdicia cada día, mientras el reloj análogo se come su vida rápidamente.
Pero, a
pesar de esto, de esta tétrica manera de ver la vida y el tiempo, en su interior,
sabía QUÉ era la verdadera motivación. Su verdadera fuerza, se veía reflejada
en las aventuras que iba a vivir, en los lugares que iba a visitar, en las
risas que tendría con sus “nakamas”, en las divertidas peleas y en los enormes
botines que encontraría enterrados en varios lugares del mundo, un mundo amplio
y hermoso. En su mente se dibujaba una isla verde y amarilla, llena de peligros
<Sobre todo muchas trampas> , llena de misterios ocultos y enterrados de épicas
historias pasadas, mientras que el, en su barco, la observaría, colgado en
alguna parte de la infraestructura de la nave, escuchando el sonido de las gaviotas
mientras el sol del verano iluminaría y calentaría su cuerpo al mismo tiempo
que sentiría las suaves brisas del trópico en la piel.
Si él no se movía,
el jueves tendría que estar comprando la comida de la semana otra vez, en un
supermercado coreano frío y lleno de gente con cara de estar enferma. El invierno
estaba por llegar y el frío le daba cierta sensación de soledad que en cierta
manera era real. Mañana tendría que estar calentando leche mientras miraba
alguno de los 20 canales que podía ofrecerle su vieja televisión. No hablaría
con nadie, y el tiempo lo hiría consumiendo otra vez hasta quien sabe cuánto
tiempo.
Saltó de la
cama como si fuera elástica y al darse cuenta, estaba al lado del mueble. Se
rió y miró el reloj, eran las 03.36. “Si salgo a esta hora... Mejor espero y
salgo a la mañana” .Y así fue. Espero unas horas, se tomo un desayuno, miro uno
de los 20 canales, más específicamente, el noticiero y salió a algún lugar.
“Necesito un
mar”…No pensó mucho… “Mar del plata” (Su desconocimiento de las ciudades en las
que había mar era grande, por eso, pensó en lo más obvio en la inmediatez del
razonamiento).
El día estaba de no creer, el sol brillaba
como mil pájaros naranjas que salían detrás de las casas de enfrente, y
contrastaba un poco con el día anterior, bastante gris y lluvioso. “Chau” pensó.
“Chau, algún día nos veremos” trato de transmitir telepáticamente a su padre,
que estaría en algún lugar de la ciudad, y a su madre que estaba a unas cuadras
de allí. No sintió ningún miedo en ese momento, tampoco mucha tristeza, el
destino llamaba y la historia estaba por comenzar. Tal vez algún día vuelva con
su tripulación, y su anciana madre les prepararía algo de comer. Al pensar en
esto comenzó a reírse solo.
....
Caminó por la calle Justa Lima, dirigiendose al
norte, aunque tenía que dirigirse al sur, ya que solo llegando a la Mitre, podría tomar ese, como punto de partida, ya que no conocia mucho
la geografía de su pequeña ciudad, Zarate. Una vez llego a Mitre y Justa Lima, preguntó a un viejo señor que andaba en bicicleta como podía ir
hacia su destino.
- Vas en auto? Pregunto el viejo.
- No, caminando.
- ¡¿Caminando?! Se sorprendio el anciano.
Juan Cruz lo penso un poco - Ehh,
va, mochileando...
- ¡¿Hasta Mar del Plata mochileando?!
“Este viejo es
sordo” Penso el pibe -Si, hasta Mar del Plata.- dijo amablemente
- Mirá,
tenes que ir hasta la rotonda de la Lavalle ¿Sabés cuál es?
- Si.
- Bueno de
ahi vas para el sur, como llendo para Buenos Aires.
- Ahh, bueno. . .
gracias!- Ya tenía una idea de como era el primer paso, aunque al
instante se le ocurrieron otras preguntas, pero no quería molestar al
viejo que ya habia retomado el viaje en su bicicleta...